Fuerzas intermoleculares
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- Escrito por: Germán Fernández
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Los gases suelen comportarse de manera ideal, siguiendo las leyes de los gases perfectos. Sin embargo, a medida que descendemos a temperaturas más frías y ascendemos a presiones más elevadas, este comportamiento ideal se desmorona, revelando la influencia de un actor invisible: las fuerzas intermoleculares.
Estas fuerzas, cual hilos invisibles entre las moléculas, se intensifican en ambientes fríos y densos, modificando drásticamente el comportamiento del gas. A presiones y temperaturas suficientemente bajas, estas fuerzas logran atrapar a las moléculas, uniéndolas lo suficiente como para que se condense el gas, dando paso al estado líquido.
Las fuerzas intermoleculares nacen de la distribución desigual de electrones dentro de las moléculas. Esta distribución, en constante cambio, genera regiones con cargas positivas y negativas, atrayendo o repeliendo a otras moléculas.
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Los compuestos suelen presentar puntos de ebullición que siguen una tendencia predecible basada en su masa molecular. Sin embargo, algunos compuestos desafían esta lógica, mostrando puntos de ebullición mucho más altos de lo esperado. La clave para entender este enigma reside en un tipo especial de fuerza intermolecular: el enlace de hidrógeno.
La Figura nos muestra el comportamiento anómalo de los hidruros (compuestos de hidrógeno) de los grupos 15, 16 y 17. A pesar de tener masas moleculares similares, sus puntos de ebullición son significativamente más altos que los de sus homólogos en los grupos 14. La razón de este comportamiento inusual se encuentra en la capacidad del hidrógeno para formar enlaces de hidrógeno.
El enlace de hidrógeno no es un enlace químico convencional como un enlace covalente, sino una atracción electrostática más bien fuerte. En este tipo de enlace, un átomo de hidrógeno, unido covalentemente a un átomo altamente electronegativo (como F, O o N), es atraído simultáneamente por un par de electrones libres de otro átomo electronegativo de una molécula vecina.
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El agua, esa sustancia aparentemente simple, esconde en su interior un complejo mundo de interacciones moleculares. Entre ellas, el enlace de hidrógeno juega un papel fundamental, otorgándole propiedades únicas que la convierten en la molécula clave para la vida en nuestro planeta.
Una molécula de agua se encuentra rodeada por cuatro vecinas, unidas a ella en una estructura tetraédrica gracias a los enlaces de hidrógeno. Estos enlaces, aunque más débiles que los covalentes, son lo suficientemente fuertes como para moldear la estructura del agua en estado sólido y líquido.
En el hielo, los enlaces de hidrógeno mantienen a las moléculas de agua en una red rígida pero abierta, como una estructura tridimensional de jaulas. Esta disposición, aunque parezca compacta, deja espacios vacíos que le otorgan al hielo una densidad menor a la del agua líquida.
Cuando el hielo se funde, solo una fracción de estos enlaces se rompe. Esto explica el calor de fusión relativamente bajo del hielo, ya que no se requiere romper toda la red para que este cambie de estado.
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Si bien el agua es un ejemplo paradigmático de cómo el enlace de hidrógeno moldea las propiedades de una sustancia, este fenómeno no se limita a ella. Existen numerosos casos en los que este tipo de interacción intermolecular juega un papel crucial en el comportamiento de diversos compuestos.
El ácido acético: un baile de dímeros
El ácido acético (CH₃COOH) nos ofrece un ejemplo fascinante. En este compuesto, las moléculas tienden a unirse en pares formando dímeros (moléculas dobles), tanto en estado líquido como en vapor, tal y como se muestra en la Figura.
Cuando el ácido acético se evapora, no todos los enlaces de hidrógeno se rompen. Como consecuencia, su calor de vaporización es anormalmente bajo. Esto se debe a que la energía requerida para separar las moléculas no es suficiente para romper todos los enlaces de hidrógeno, lo que reduce la energía total necesaria para la vaporización.
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Hasta ahora, hemos explorado el enlace de hidrógeno intermolecular, una fuerza que une moléculas diferentes gracias a la atracción electrostática entre un átomo de hidrógeno y un átomo electronegativo de otra molécula. Sin embargo, existe otro tipo de enlace de hidrógeno, menos común pero no menos fascinante: el enlace de hidrógeno intramolecular.
El enlace de hidrógeno intramolecular se produce dentro de una misma molécula, cuando un átomo de hidrógeno está unido covalentemente a un átomo muy electronegativo (como oxígeno o nitrógeno) y se encuentra cerca de otro átomo electronegativo dentro de la misma estructura molecular.
Un ejemplo: el ácido salicílico:
Observa el modelo molecular del ácido salicílico. Un enlace de hidrógeno intramolecular (representado por una línea punteada) une el grupo -OH al oxígeno con doble enlace del grupo -COOH en la misma molécula. Este enlace intramolecular le otorga al ácido salicílico propiedades únicas.
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El mundo de la bioquímica está repleto de complejidades fascinantes, donde moléculas intrincadas como las proteínas y el ADN llevan a cabo reacciones cruciales para la vida. En estas reacciones, algunos enlaces deben romperse y formarse con facilidad para permitir los cambios dinámicos necesarios. El enlace de hidrógeno surge como el protagonista ideal para esta tarea, ya que posee la energía adecuada para romperse y reformarse sin ser ni demasiado fuerte ni demasiado débil. Este tipo de enlace juega un papel fundamental en la bioquímica, permitiendo que las moléculas se reconfiguren de manera eficiente.
Los enlaces de hidrógeno, tanto intramoleculares como intermoleculares, se encuentran omnipresentes en las estructuras complejas de la materia viva. En el ADN, por ejemplo, los enlaces de hidrógeno mantienen unidas las dos hebras de la doble hélice, permitiendo que esta estructura se abra y cierre durante la replicación y la transcripción. De igual manera, las proteínas, con sus múltiples pliegues y conformaciones, dependen en gran medida de los enlaces de hidrógeno para mantener su forma tridimensional y desempeñar sus funciones específicas.
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Las fuerzas de Van der Waals, aunque débiles, juegan un papel fundamental en el comportamiento de gases, líquidos y sólidos. Para comprender su relevancia, consideremos los siguientes puntos:
Fuerzas de dispersión (de London):
- Presentes en todas las moléculas.
- Implican el movimiento de todos los electrones, aumentando con la masa molecular.
- Dependen de la forma de la molécula.
Fuerzas dipolares:
- Asociadas a dipolos permanentes (moléculas polares).
- Resultan del desplazamiento de pares de electrones en enlaces.
- Se suman a las fuerzas de dispersión en moléculas polares.
- Afectan propiedades como punto de fusión, ebullición y entalpia de vaporización.
- En moléculas de masas similares, las dipolares pueden causar grandes diferencias en estas propiedades.
- En moléculas de masas muy diferentes, las dispersión suelen ser más importantes que las dipolares.
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Para cada una de las siguientes sustancias, describa la importancia de las fuerzas de dispersión (de London), interacciones dipolo-dipolo y enlace de hidrógeno: (a) HCl; (b) (c) ICl; (d) HF; (e) CH4.